Ya
podemos ver la película Hannah Arendt (2012). Muy recomendable para reflexionar
sobre:
1. La banalidad del mal (y la
banalidad del bien)
2. La filosofía contemporánea
(Heidegger, Jonas, Arendt)
3. Las interpretaciones del Holocausto
4. La moral, la responsabilidad y
la autonomía
5. Filosofía y vida cotidiana
Sinopsis
de la película:
Hannah
Arendt, filósofa, pensadora y periodista, judía y exiliada en los Estados
Unidos, es enviada a Jerusalén por The New Yorker a cubrir el jucio del
criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, quien es juzgado y condenado a muerte.
Durante cuatro años trabaja, marcada por la controversia, escribiendo un libro
titulado “Informe sobre la banalización del mal” el cual provoca inmediatamente
un escándalo internacional.
TRAILER:
Presentación de la película
LA
BANALIDAD DEL BIEN
Tomás Domingo Moratalla
“La
banalidad del bien. De los derechos humanos a la responsabilidad”, en GRACIANO
GONZÁLEZ ARNAIZ (ed.), Derechos humanos.
Nuevos espacios de representación, Escolar y Mayo, Madrid, 2012, pp.
115-138.
“ (…)
Autonomía, responsabilidad, banalidad del mal… ¿se puede hablar, y en qué
sentido, de una banalidad del bien? (…)
La
cuestión que planteo es si al igual que hablamos de una presencia “fácil”,
banal, del mal, no podríamos hablar también de una presencia similar del bien.
¿No hay también actos buenos, heroicos, “ordinariamente” en el hombre
“ordinario”?
Decía Ricoeur que una de las
tareas de la ética, quizás más de la religión, o de la humanidad en su
conjunto, es “liberar el fondo de bondad del ser humano”. Pero esa liberación,
ese fondo, aparece, a veces, cuando menos lo esperamos. Se dieron actos buenos
junto a las atrocidades de Eichmann; en muchos sitios ayudaron a judíos, de
miles de maneras. Y preguntados posteriormente estos “héroes morales” decían
sencillamente que habían hecho lo que cualquier otra persona en su situación
haría; no se veían a sí mismos como hombres extraordinarios, sino, muy al
contrario, ordinarios. Ciertamente hay maldad, hay violencia y destrucción,
pero también hay bondad, hay “signos de bondad”. Quizás contra cierta tradición
de culpabilización, de negatividad, habría que intentar posibilitar y hacer
aparecerla bondad. Es difícil, pues el pensamiento negativo es más cómodo y
casi, me atrevería a decir, “políticamente correcto”. Afirmaciones como las que
responden al paradigma egoísta, que dicen que lo único que nos mueve es nuestro
propio interés, o que las conductas altruistas son espejismos, etc., no dejan
de ser puros prejuicios simplificadores. Frente a estas teorías motivacionales
reduccionistas, y poco científicas (no estaría demás que muchos defensores del
dogmatismo motivacional egoísta recordaran la crítica de Popper a la teoría
egoísta como ejemplificación de teoría inmunizada contra la falsación),
convendría desarrollar una teoría motivacional plural, que partiera y diera cuenta
tanto del bien como del mal. Adam Smith, que algunos encajan sin fisuras en el
paradigma de un único interés en el ser humano (el interés propio, interés por
sí mismo), habla de un interés por el cuidado de los otros tan originario como
el interés egoísta.
Ricoeur,
en lenguaje kantiano, habla de una propensión al mal (mal radical, banalidad
del mal…) y de una disposición al bien; salir del mal radical (hay acciones
“símbolo” de ello) es descubrir el fondo de bondad que no ha podido ser
completamente borrado por ese mal. Ni es utopismo, ni angelismo, sino caer en
la cuenta de la complejidad motivacional del ser humano. (…) (pp. 129-130)
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